La escuela primaria es un lugar privilegiado. Allí se forja el carácter de un niño. En el espacio que comparte con otros, iguales a él. Allí vive muchas horas repletas de vivencias diferentes, sin la presencia de los padres, construyendo su autonomía. Los maestros pasan a ser figuras tan importantes que los niños los llevarán en el recuerdo durante toda la vida, con su estilo y su dedicación. No es tema menor la crisis que hoy atraviesa la escuela y las dificultades que recurrentemente tienen los docentes para llevar a cabo su trabajo. Si acordamos que el rol del colegio es uno de los más importantes en la vida del niño como lo es el papel de la familia, todo padre preocupado por el tema debería estar dispuesto a ofrecer a la escuela su ayuda, sin superponer roles o interrumpiendo la actividad docente sino mostrando a la entidad educativa una actitud colaboradora y de reconocimiento hacia el importante papel que tienen los maestros como formadores.
Los alumnos en tanto infantes, quedarán marcados de por vida con las vivencias positivas o negativas que en su escuela compartan.
Por esta razón creemos que es posible que la escuela pueda elevarse cualitativamente y optimizarse siempre que los padres se vean involucrados porque en ella ocurre algo que resulta trascendental para la vida de sus hijos: se forma su carácter como integrante de una sociedad.