La comunicación verbal, herramienta de excelencia que caracteriza al ser humano, pone en manos de cada uno la posibilidad de encontrar en el consenso, solución a una gran gama de problemas.
Vemos a diario adultos que han quedado aislados con torturantes preocupaciones dominando y organizando sus vidas.
“¿Porqué le voy a contar mi problema a otra persona que ya tiene los suyos?”, alegan.
Si bien es el propietario del problema, el único que puede ocuparse de él -pues a él lo afecta- para llegar a una decisión al respecto es deseable haber evaluado el asunto con otros. Es en el momento previo a resolver cuando se necesitan las diversas y útiles opiniones de los demás. Poder hablar de una preocupación no sólo trae alivio por haberla compartido, también abre alternativas, aportadas por quienes ven las cosas de diferente manera.
Evitar que un problema se convierta en una carga insostenible requiere de una actitud activa para encontrar nuevas formas de hacerle frente.
Una conducta pasiva, derivada del temor a recibir respuestas imaginadas en el otro, impiden tratar el punto de conflicto.
Sin embargo es justamente por intermedio de la comunicación hablada que pueden ser encontradas las alternativas para llegar a un alivio, a una solución o a un acuerdo importante.
El habla, los gestos, la conducta humana constituyen un complejo sistema de comunicación.
Sin embargo el habla, sistema comunicativo sólo permitido al ser humano, como bien, como patrimonio, se encuentra hoy subestimado.
¿Qué significa poder comunicarse?. Gracias al proceso de comunicación humana se pueden establecer códigos de intercambio y reglas de convivencia. En suma, vivir en sociedad.
Sociedad: Agrupación natural o pactada de personas que constituyen unidad distinta de cada cual sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación todos o algunos de los fines de la vida.
La comunicación permite llegar a acuerdos, a puntos geográficos, a pedir, reclamar, ofrecer, expresar ideas, afectos, componer teorías, defender o acusar, agradecer, explicar, dar una orden o rechazarla, disentir, llegar a otros, escuchar a otros y ser escuchado, etcétera. Abre infinidad de recursos.
Sin embargo, el desarrollo de esta capacidad no parece estar en orden de prioridad.
Por esta razón, nadie se pregunta si la idea que está por comunicar es suficientemente clara. Disminuyen las posibilidades de ser comprendido si uno mismo no sabe bien qué es lo que quiere decir.
Si el proceso de comunicación falla, y los mensajes no llegan a destino, el que los emite, puede quedar sin respuesta o con una respuesta que no se corresponde con el mensaje enviado. Ocurre una distorsión. Y la construcción de nuevos mensajes sobre un concepto equivocado. La producción de una cadena de nuevas distorsiones y malentendidos van modelando problemas de variado grado de gravedad. Cuando los afectos están en juego, un proceso distorsionado de comunicación puede llegar a ser dramático.
En “Romeo y Julieta”, la tragedia de Shakespeare, un mensaje que no llega a tiempo precipita un desenlace fatal.
Sin llegar a tal extremo, si el modo de funcionamiento principal de una relación incluye el hábito de silenciar los temas que gravitan sobre cada uno, la relación se verá perturbada. Construir un modelo eficaz de comunicación contribuye a evitar que dificultades cotidianas se conviertan en grandes problemas.
No tener alteraciones en el aparato fonador, y elegir un modo de comunicación que no sea la palabra hablada es no elegir el mejor modo de comunicación.
Ocuparse de cómo expresar las ideas y buscar el modo de ser comprendido al hablar no es un trabajo inútil o menor. Es imprescindible cuando se plantea la necesidad de llegar a otros. Es decir, siempre.
Si dificultades e interferencias en la comunicación entre las personas pueden generar gran variedad de problemas, y el sistema comunicativo representa la herramienta vital que posee todo ser humano para entablar relación con los demás, abrir canales de intercambio y de expresión para desarrollarla desde diferentes aspectos, es considerada aquí como uno de los objetivos primordiales si se trata de mejorar las relaciones humanas.
Vemos a diario adultos que han quedado aislados con torturantes preocupaciones dominando y organizando sus vidas.
“¿Porqué le voy a contar mi problema a otra persona que ya tiene los suyos?”, alegan.
Si bien es el propietario del problema, el único que puede ocuparse de él -pues a él lo afecta- para llegar a una decisión al respecto es deseable haber evaluado el asunto con otros. Es en el momento previo a resolver cuando se necesitan las diversas y útiles opiniones de los demás. Poder hablar de una preocupación no sólo trae alivio por haberla compartido, también abre alternativas, aportadas por quienes ven las cosas de diferente manera.
Evitar que un problema se convierta en una carga insostenible requiere de una actitud activa para encontrar nuevas formas de hacerle frente.
Una conducta pasiva, derivada del temor a recibir respuestas imaginadas en el otro, impiden tratar el punto de conflicto.
Sin embargo es justamente por intermedio de la comunicación hablada que pueden ser encontradas las alternativas para llegar a un alivio, a una solución o a un acuerdo importante.
El habla, los gestos, la conducta humana constituyen un complejo sistema de comunicación.
Sin embargo el habla, sistema comunicativo sólo permitido al ser humano, como bien, como patrimonio, se encuentra hoy subestimado.
¿Qué significa poder comunicarse?. Gracias al proceso de comunicación humana se pueden establecer códigos de intercambio y reglas de convivencia. En suma, vivir en sociedad.
Sociedad: Agrupación natural o pactada de personas que constituyen unidad distinta de cada cual sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación todos o algunos de los fines de la vida.
La comunicación permite llegar a acuerdos, a puntos geográficos, a pedir, reclamar, ofrecer, expresar ideas, afectos, componer teorías, defender o acusar, agradecer, explicar, dar una orden o rechazarla, disentir, llegar a otros, escuchar a otros y ser escuchado, etcétera. Abre infinidad de recursos.
Sin embargo, el desarrollo de esta capacidad no parece estar en orden de prioridad.
Por esta razón, nadie se pregunta si la idea que está por comunicar es suficientemente clara. Disminuyen las posibilidades de ser comprendido si uno mismo no sabe bien qué es lo que quiere decir.
Si el proceso de comunicación falla, y los mensajes no llegan a destino, el que los emite, puede quedar sin respuesta o con una respuesta que no se corresponde con el mensaje enviado. Ocurre una distorsión. Y la construcción de nuevos mensajes sobre un concepto equivocado. La producción de una cadena de nuevas distorsiones y malentendidos van modelando problemas de variado grado de gravedad. Cuando los afectos están en juego, un proceso distorsionado de comunicación puede llegar a ser dramático.
En “Romeo y Julieta”, la tragedia de Shakespeare, un mensaje que no llega a tiempo precipita un desenlace fatal.
Sin llegar a tal extremo, si el modo de funcionamiento principal de una relación incluye el hábito de silenciar los temas que gravitan sobre cada uno, la relación se verá perturbada. Construir un modelo eficaz de comunicación contribuye a evitar que dificultades cotidianas se conviertan en grandes problemas.
No tener alteraciones en el aparato fonador, y elegir un modo de comunicación que no sea la palabra hablada es no elegir el mejor modo de comunicación.
Ocuparse de cómo expresar las ideas y buscar el modo de ser comprendido al hablar no es un trabajo inútil o menor. Es imprescindible cuando se plantea la necesidad de llegar a otros. Es decir, siempre.
Si dificultades e interferencias en la comunicación entre las personas pueden generar gran variedad de problemas, y el sistema comunicativo representa la herramienta vital que posee todo ser humano para entablar relación con los demás, abrir canales de intercambio y de expresión para desarrollarla desde diferentes aspectos, es considerada aquí como uno de los objetivos primordiales si se trata de mejorar las relaciones humanas.